yo camilo cornejo compatriota
llego a mis primeros veinte vagones con mis utopías y temores
pensando que se está alejando esta estropeada inocencia
que los cumplas muy felíz
Una vez que el funcionario apagó la luz y cerró la puerta, la huella primera se atrevió a decir:
—Hola.
—Hola —respondió con voz ronca la recién llegada.
—Qué suerte que viniste. A esta altura, la soledad ya me resultaba insoportable. ¿De qué pulgar venís?
—De la mano de un periodista. ¿Y vos?
—Fuerzas represivas.
—Dura tarea, ¿no?
—¿Por qué lo decís?
—Torturas, bah.
—Se habla y se publica mucho, pero no siempre es cierto.
—¿Nunca?
—A veces sí. Reconozco que mi pulgar siguió un curso intensivo de picana.
—¿Cuál es tu mejor recuerdo?
—Si te voy a ser franco, cuando nos encomendaron tareas administrativas. Allí no había llantos, ni puteadas ni alaridos. ¿Y el mejor recuerdo de tu pulgar?
—El tacto de cierto ombliguito femenino. Una colega francesa y el dueño de mi pulgar estuvieron cubriendo los Juegos Olímpicos con variantes de yudo que los dejaron bastante complacidos.
—¿Por qué te tomaron la impresión digital?
—Renovación de cédula. ¿Y a vos?
—Tres años de arresto. Derechos humanos, comisiones de paz, desaparecidos, todas esas majaderías.
—Y aquí ya ves, todos iguales.
—¿Qué nos queda?
—Resignarse. Mi pulgar era ateo.
—Mi pulgar en cambio era creyente.
—Eso no importa. Después de todo, la mano de Dios no deja huellas.
Vino el Viejo y dijo basta cuando Mamá le contó con lujo de detalles el lío de la maceta lo dijo con la furia de costumbre y esos ojos saltones que tiene cada vez que en la oficina alguno de los malandras le arruina la digestión y después él viene y se desquita conmigo mandándome a la cama y aquí estoy despatarrado como un rey mirando las goteras del techo metiendo el dedo gordo del pie en el agujero de la sábana claro lo lamento más que nada por el flan que hizo la Vieja pero a lo mejor queda para mañana y es mucho mejor comerlo frío dijo basta como si la maceta fuera suya y era en cambio de la gorda de al lado la que tiene várices y también esa nena asquerosita que en la escuela se cree la mona sabia pero nunca se acuerda de la capital de Bolivia y yo en cambio sé todas las capitales de América primero Honduras capital Te—gucigalpa después Venezuela capital Caracas después Nicaragua capital Managua total una maceta no es para tanto pero la Vieja claro tiene que adular a la gorda y llevar el cuento para que el otro chinchudo diga que soy imposible esto no puede seguir así vamos a tener que meterte pupilo como si yo fuera a tragarme esa milanesa y no supiera que la Vieja sin mí se vuelve loca por lo menos le dijo la otra noche a la tía Azucena si algo le pasa al nene yo memato memato memato pero claro ella tiene que lucirse con la gorda porque miran juntas la telenovela y lloran juntas y se desesperan y el Viejo se agarra cada luna porque en vez de hacerle la comida se pasan como una hora comentando te das cuenta qué sinvergüenza pero la institutriz tampoco es trigo limpio fíjate que el mayordomo les había dado la cana en la glorieta pero el conde es tan bueno que se lo perdonó por la hija ma qué hija grita el Viejo quiero la sopa o me van a tener esperando hasta las calandrias griegas la macana es que hoy había fútbol y yo aquí despatarrado como un rey todo por querer explicarle a Cacho cómo había sido el gol del puntero izquierdo la maceta estaba tan disponible que la patié despacio nada más que para que entendiera el amague del penal y viene el centro saltan varios goooool la cama es una peste estoy aburrido aburrido aburrido cuando sea grande voy a quemar todas las camas y voy a comprar una pila de macetas para romperlas a patadas y ahora como anticipo podría romper la sábana haciendo fuerza con el dedo gordo pero capaz que después la Vieja ve la rotura y dice que fui yo y va con el cuento y mañana yo quiero comer flan y además tengo que ir al colegio porque van a dar cine para que después hagamos la composición sobre qué buenos son los padres jajá y la maestra que es bruta lora me sienta casi siempre con la niña Fernández pero a mí me gusta la niña Menéndez porque la niña Fernández es flor de naba y sostiene que el que copia no aprende pero ella no copia y tampoco aprende en cambio la niña Menéndez es lo más pierna y de una familia fenómena y platuda yo cuando sea grande quiero ser platudo y tener auto gratis y que me paguen el sueldo mientras paso flor de vida en Punta del Este pero en cambio mi primo Tito dice que a él le gustaría estudiar bailes clásicos y entonces el Viejo pone rostro de arcada y yo estoy aburrido aburrido aburrido y además tendría que ir al baño y el Viejo me dejó encerrado y a oscuras ojalá venga un apagón así ellos también quedan a oscuras ojalá se les pierda la llave y queden encerrados ojalá se le rompa a la Vieja una maceta así el Viejo la mete en la cama y se pasa aburrida aburrida aburrida y no puede ver la telenovela y yo vengo y le digo a que no sabes qué dijo el conde en la glorieta y hago el ruido de la puerta que se abre y de la pata de palo que se acerca y nada más o sea que tendrá que esperar a que venga la gorda y se lo cuente y cuando venga la gorda voy a hacerle fau a la nena asquerosita y ya va como media hora que estoy en la cama así que sólo faltan dieciocho horas y media y voy a ponerme a contar hasta un millón o sea uno—dostrescuatrocincoseissieteocho ya me aburrí pero también podría buscar algo para que lo pongan en penitencia al Viejo así que en cuanto tenga el teléfono a mano voy a llamar al jefe para contarle que el Viejo estuvo hablando de él y dijo que era un imbécil un tarado un ladrón y otra cosa que no me acuerdo bien pero que sonaba algo así como cornudo.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Descubrí un Bello Barrio en Santiago de Chile.