Lo amaban, ni más ni menos, y se sacaba cada mañana las espinas del sueño. Juraba y maldecía y se enredaba en la alambrada de la mansa rutina.Vivía como tú o como yo. Los viernes por la noche iba a buscar a su amor. Fumaba tranquilo, planeaba la semana y ella le arrancaba el cigarro y lo besaba.Y un día lo mordió el virus el miedo. Entendió que las mujeres nunca tienen dueño. Y temió que ella marchase, que se agotase el manantial sin un por qué. Venció el miedo y faltó a la última cita, no descolgó el teléfono que aullaba en la mesilla. Y el temor a la derrota lo agarrotó como un calambre, sin un por qué.
Duro, intenso y precario... Se enfrentaba cada día al oleaje en el trabajo. Y una mañana la cobardía lo paralizó en la puerta y no entró a la oficina.Volvía a despertar y empezaba el periódico como tantos -por detrás. Vio y sintió la noche del planeta y su desastre, tuvo miedo y decidió no salir a la calle.Y ahí lo tienes encerrado en casa, temblando como un niño, sellando las ventanas, para no ver, ni escuchar, sentir, notar la vida estallando fuera. Por miedo a sentir miedo fue a la cama, como una oruga se escondió y envuelto entre las mantas se durmió, hizo humo el sueño
y se olvidó del mundo por miedo a despertar. Aún sigue dormido. Pasaron los inviernos y aún sigue escondido, esperando que tu abrazo le inocule la vacuna y elimine el virus del miedo y su locura.
¿Cuántos inocentes volaron en pedazos, sin comerla ni beberla, en la última guerra de Irak? Los vencedores no han tenido tiempo para contar a sus víctimas, civiles que existían y ya no existen, porque han estado ocupados buscando las armas de destrucción masiva que no existían ni existen.
No hay, pues, cifras oficiales. Los cálculos oficiosos más serios han contado, sin embargo, no menos de siete mil setecientos muertos civiles, muchos de ellos niños, mujeres y viejos.
¿Cuánto valen esas vidas? En proporción a la población, la cantidad de iraquíes destripados equivale a noventa y cuatro mil estadounidenses. ¿Qué hubiera pasado si el país invasor hubiera sido el país invadido? Las víctimas norteamericanas de semejante carnicería seguirían siendo el tema perpetuo de los medios de comunicación masiva. Las víctimas iraquíes no merecen, en cambio, nada más que silencio.
no escribo mucho, ese extracto de un articulo de Galeano dice más
y la cancion igual
en tiempos en que hay que salir a la calle con miedo a todo
pero, el miedo lo inventan ellos...
no hay derecho a salir con miedo a la calle.
dice otra canción.
apaguemos la tele.