Los carretes de dos de la tarde son un fenómeno más complejo que el mostrado en el paparazeo de “La Cuarta” que escandalizó a las madres. Ésa es la punta del iceberg. Se trata del recreo de una generación que mezcla el look hardcore punk con el reggaeton. Que se photoshopea para conseguir citas vía fotologs y que se cita en MSN, mientras sus padres ven tele. Acá habla Makakatoons, los cronistas musicales de la movida, algunos productores de las fiestas y los adolescentes.
Santiago arde y dan ganas de golpear a Pedro de Valdivia por no fundar la ciudad frente al Pacífico. Saliendo de la flamante estación de Metro Quiyalles de Puente Alto, el sol de las 16 horas es una lupa que achicharra obreros, alumnos en práctica, carabineros, mamás con bolsas del Líder y vendedores de mote con huesillo. Todos calcinados, menos el pelotón de adolescentes que está siendo empapado por un camión a la entrada de Lola Lola Discotheque. Chicos, muy chicos, de 12, 13, hasta 17 años. Son los hardcoritos. O “pokémones”, aunque ni ellos mismos pueden precisar el origen del nombre. Tal vez por la insólita mezcla del look hardcore/punk procesado por MTV (piercings, zapatillas de skate, Simple Plan, la primera Avril Lavigne), con raros peinados japanimation y actitud reggaeton-boy, herencia de demasiadas horas frente a “Mekano” y “Rojo”.
Son los mismos que pasaban las noches de “revolución pingüino” bailando reggaeton.
“Es que después del colegio evolucionan. Se vuelven distintos. Súper locos. Eso pasa”, dice Tania Roque (16). Ella algo sabe del tema, porque dispara cientos de fotologs interconectados para ilustrar el asunto. Quinceañeras en peto fotografiadas desde arriba, niños con “chocopanda” a torso desnudo, grupos de amigos anunciando lo bien que la pasarán a la noche, niñas pidiendo perdón a la amiga por lo que hicieron, “desnudos artísticos” y anuncios de fiestas que prometen ser “tu vía de escape” o el lugar mítico donde “estallarán tus neuronas”.
MAKAKA QUÉ
Y acá estamos, con música electrónica de fondo y Karol Dance –una especie de Javier Olivares, con una polera negra estampada con la leyenda “100% wuashón”– animando a la gente, mientras el camión lanzaagua sigue disparando. Dos chicos están sobre el escenario al aire libre y él explica: “Ella se escapó de su propio cumpleaños en Algarrobo para ver a su pololo en Santiago. Y él la dejó plantada”. Al tipo le gritan “huevón, huevón”, pero él sólo sonríe, nervioso. La idea del concurso es que ella le pegue una cachetada y se lleve un alisador de pelo. Y lo hace. Después se subiría otro y tendría que soportar un golpe en el trasero con una tabla de skate para ganársela.
Michael Cerón (15) se ríe y dice: “Chucha, eso debe doler”. También tiene una polera negra. Atrás tiene estampado su MSN. Adelante, el nombre de su grupo: Makakatoons.
Su hit es “Hardcorita”, un reggaeton grabado en cool edit y que circula de MSN en MSN: “Hay algo en tu cara/ que me raspa la pichula./ Parece que sólo fue ayer/ que eras tonta, perna y bigotuda/ y ahora erís hardcore,/ choco panda y expansiones/ y con tus tillas (sic) de skate/ vacilái nuestras canciones”. Y es sólo el principio, porque las otras canciones sonrojarían a la mismísima Anita Alvarado con hija y todo: quinceañeras que comieron demasiado pollo y se dejan “puntear” mientras le dicen al chico “ven, papá, te voy a dar la pasá” (“Cheque a fecha”); un tipo ardiendo conectado al MSN y desesperado “porque no se conecta nunca esta culeada” (“Conéctate pa verte”), un tipo buscando un par de condones (“Bacilongo”) o la sospecha que la guagua de la tipa es de otro (“La wuawua”). Hay referencias a sexo oral, anal, lubricaciones, eyaculaciones y pezones. En exceso.
–Oye, pero la chica en las canciones siempre está calladita, no se defiende, es una mosquita muerta. ¿No los odian por machistas?
–Na. Las “peladas” (así llama a las hardcoritas) se ríen nomás –responde Cerón–. Además, todo lo que sale en las letras es la verdad. Y creo que ahora se tira más que antes. Los embarazos ocurren de puro huevones que son. Y por los papás, que no cachan nada –agrega.
Pero no hay rastros del Sodoma y Gomorra sugerido en las canciones esta tarde. Ni en los baños mixtos ni en la diminuta piscina donde un pololo lanza a su polola, tampoco en la disco, o la fiesta electrónica de afuera. Sólo reggaeton, olor a transpiración, bebidas de fantasía y un chico demasiado lampiño, con un tatuaje de Sistem of a Down que quiere ganarse una tabla de skate. Cerón dice que más tarde, besar a una chica es tan fácil que basta con mirarla a los ojos. Si aceptaron bailar Daddy Yankee contigo, la tarea está casi hecha. “Pero es una lata enamorarse. Se pasa mal. Se sufre”. Mientras tanto, algunas chicas se sacan la polera exhibiendo la parte de arriba del bikini y los tipos ponen cara de no importarles demasiado.
A TODO CARRETE
Adolescentes aburridos + fotolog + reggaeton. No hay que ser un genio para relacionarlos, inventar una idea y convertirla en oro. “Al principio eran las fiestas de colegio; pero ahora en las vacaciones, de dos a ocho de la tarde son un éxito. Es fácil promocionarlas por Internet. Además, se arma un staff que trabaja con nosotros y nos va muy bien”, explica Esteban Fernández, de Impackto Producciones. Estos chicos son todo un nicho de mercado y el Bar Urbano (Gran Avenida 4920), Punta Juárez (Vicente Reyes 90), Bar 89 (Américo Vespucio 7550), Costa Varúa (Trinidad 1533, La Florida) y el Lola Lola son sus epicentros.
Así, Alfredazo, Jeffersinho y Papi Nigga –el resto de la banda, con un promedio de edad de 20 años, orgullosos vecinos de La Palmilla, Conchalí y que prefirieron ir a la playa antes que dar la entrevista– constituirían los cronistas de esta generación que creció en casas pareadas de “comunas emergentes” y vio cómo sus papás contrataban Internet y TV cable en el mall un domingo por la mañana, y en la tarde celebraban un asado ante cualquier partido de la selección chilena de fútbol. Y lo cuentan chistoso y pasándola bien. De hecho, lo asumen como un pasatiempo por Internet, no como un proyecto artístico.
PINGÜINOS
“Uno lo pasa bien acá. Conoce gente. Fíjate”, dice Cerón. Después saluda a unos amigos. Mucha zapatilla gigante, ojos pintados, pelo largo y aplastado. Definitivamente, Kudai aprendió la lección y los guionistas de CHV estaban pensando en otra cosa porque el personaje de Ignacia Allamand en “Vivir con 10” parece cualquier cosa menos una chica normal de 16. “Sí, es extraño eso. Si la mayoría de las pendejas se viste como hardcorita”, dice Andrea.
“Yo no sé. No me preocupo del tema. Vengo con mis amigos, carreteo, voy a las casas, tomo a veces, algunas veces me beso con alguien”, dice Paulina, de 14. “No sé si somos todas iguales. No lo creo. Y las letras de Makakatoons me dan risa nomás. Eso”.
Indagar más es un terreno árido, porque los chicos sólo quieren divertirse, como dice esa canción. Cerón ahora va al Urbano y me pregunta si escuché “Pingüinos”, una canción que recrea perfecto la revolución de mediados de año (“Somos pingüinos y estamos luchando/ contra el sistema (…) Las leyes culeadas la pasan perdiendo (…) La LOCE cuentea,/ hay que puro cambiarla./ Si esto no pasa/ quemamos Alameda”. “Pésima está la educación, pues”, dice.
Makakatoons, sin darse cuenta, son un viaje húmedo y caluroso por el sueño chileno, adolescentes que prefieren bailar y pasarla bien, como si todo fuese un placebo para una “revolución pingüino” que podría repetirse este año, de la que participaron sin entenderla tanto como sus dirigentes.
Al intentar entrar al Urbano, una chica que se autodenomina periodista pregunta de qué se trata la nota, de que con tal de polemizar se puede escribir cualquier cosa. Adentro, una pantalla gigante muestra a unos chicos demasiado tropicales gozando entre autos en llamas y reggaeton salvaje, los adolescentes siguen bailando...
la nación, 11 de febrero, juan carlos ramirez
1 comentario:
La verdad es que me da
bastante cosa saber de ésto.
Ya lo había visto en las noticias
de algun canal eso si.
Cacha po!
La niñita quedó casi desnuda por una plancha
ímginate si regalaran algo
más costoso.
Pucha y esos niños que son casi
todos iguales.
Qué buscarán?
Me chocan un poco
que el estilo escuche reggeton
y que bailen como pescaditos.
Usan sus fotologs para auspiciar la super fiesta
que es de día para que los lolitos no lleguen de noche a la casa.
porque supuestamente
sus padres se preocupan por ellos.
No sé!
La verdad es que a esa edad
yo acostumbraba a irme a quedar
a la casa de la amiga
ver películas y a jugar po
a disfrazarnos
y comer papas fritas.
Y ahora crecí y tengo que ir a estudiar.
Un besito Camilo.
chau
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